Revelaciones
Margarito Escudero Luis
En tiempos pasados vimos cómo se aplicaba brutalmente la ley a quien la infringía robando un litro de leche o un paquete de galletas, vimos cómo vendedores ambulantes eran despojados de su mercancía porque faltaban a un reglamento, mientras en otras esferas saqueaban a la nación bajo el beneplácito de quienes se encargaban de vigilar la aplicación de la ley.
No es justificable ningún robo. Pero robar a baja escala es pecado grave para el capitalismo, mientras que el robo descarado a la nación se convirtió en una práctica que a los delincuentes los convertía en héroes y se les rendía pleitesía.
La ley estaba chueca, las instituciones se crearon para proteger esas prácticas y a sus practicantes y quienes caían no era por ser ladrones de alcurnia, sino por tontos.
Entonces, limpiar a fondo este país, requiere de echar a la basura todo lo que no sirva al máximo interés de transformación.
La corrupción estaba blindada por la misma ley y sus instituciones, entonces erradicarlas, eliminarlas, destruirlas, es lo correcto.
Construir nuevas instituciones y crear nuevas leyes acordes a la nueva realidad, a las nuevas metas de la Nación sería un verdadero acto revolucionario.
Los ladrones de alto nivel se exhiben solos y, quienes roban para llevar algo de comer a casa, seguramente se terminarán con un trabajo digno.