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Joven veracruzana crea empresa para pagar sus estudios en Puebla

Alejandro Ávila

Veracruz, Ver. – La joven veracruzana Alejandra Sosa Smith estudiante del Instituto Culinario de México (ICUM) con sede en Puebla, decidió emprender durante la pandemia un negocio familiar para poder cubrir los gastos de colegiatura y estancia, los cuales oscilan entre los 15 mil pesos mensuales.

La chica de 23 años, estudiante de noveno semestre, mencionó que, como muchas familias, vieron afectados sin ingresos por la pandemia de COVID – 19 el año pasado, por lo que, en compañía de su hermano, Marino, decidieron crear la empresa “Dulce Queque”; la cual pueden encontrar en la red social Instagram para hacer pedidos.

Si bien en un inicio se inició con la creación de galletas para venta, finalmente decidieron cambiar de producto hasta llegar a los brownies, mismos que han tenido gran aceptación en las personas que acuden al bulevar de Boca del Río, pues ahí es donde su padre ofrece el producto todas las noches.

“Eso fue para seguir pagando mi colegiatura y, agradecida porque, de hecho, va saliendo bien, se ha podido, con eso, pagar mi colegiatura y estoy bastante feliz de eso, de que este negocio que empezamos, es el que ha podido pagar mis estudios”, declaró.

Alejandra relató que la pandemia les sirvió para poder, en casa, realizar diferentes pruebas con diversos ingredientes y así lograr un producto único y de calidad; al ver el esfuerzo y la dedicación de sus hijos, sus padres se adentraron en el negocio, por lo que su madre ahora apoya en la preparación de los brownies, y su padre es quien sale todas las tardes a vender el producto que hacen sus hijos.

De dos a cinco de la tarde, el señor se ubica en el estacionamiento de Soriana Boca del Río, donde incluso ya ha conseguido varios clientes; mientras que, de seis a diez de la noche, camina el bulevar de Boca del Río de, “Los Voladores” hacia el hotel Camino Real; mientras sus hijos, caminan vendiendo los pastelillos de, Juan Pablo II hasta el hotel Lois, también sobre el bulevar “Manuel Ávila Camacho” en Boca del Río, de seis a 10 de la noche.

“Mi papá nos apoya mucho la verdad. Él llegó un día y dijo lléname la canasta, porque no había tantas ventas como queríamos, lléname esta canasta que tenemos, esta hielera, y yo te los vendo. Yo me quedé sorprendida porque no me esperaba, entonces se la llenamos y se fue a vender”.

“La verdad soy una persona muy sentimental, porque estoy muy agradecida de que hayan creído en mí, de que hayan querido poder compartir este momento, de que me hayan querido acompañar en todo momento, porque la verdad mi familia y yo, somos un equipo”, culminó.

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