Los Políticos
Salvador Muñoz
En estos días, es seguro que sea más fácil ser homosexual que priísta. No es burla. Es en serio. Nomás véalo así: en un descuido, si las cosas siguen como van, es más fácil que haya más “Diputades” en el Congreso, que legisladores priístas heterosexuales.
Marlon Ramírez, el dirigente del PRI en Veracruz, lo puede entender mejor: a él le tocó vivir en el Puerto la condición de ser priísta en un universo azul. Qué tiempos aquellos han de haber tenido los priístas cuando siendo minoría en el Cuatro Veces Heroico Veracruz, pocos alzaban la mano y muchos optaron por callar su preferencia (partidista) antes que ser objeto de ataques, burlas o bullying político.
Lo que son las cosas… hoy, el otrora Partidazo no vive sus mejores momentos ni en el Puerto, ni en el estado, ni en el país.
¡Tantito “pior”! tuvo que hacer alianza con ese partido que allá por los 90 lo humilló en el Puerto y a finales de la década anterior, perseguía con ahínco a todo lo que oliera a Duarte… y en sus pasillos, a todo lo que sonara a priísta.
Sí, se puede decir que “la democracia” lo ameritaba pero es seguro que el priísta y el panista no lo entendieron ni lo entenderán… ese cuento nomás se vende cuando juega la selección mexicana contra el rival que usted quiera, y entonces no hay águilas, cementeros, chivas o pumas… nomás un México, pero en política, eso no aplica.
Sí, ser priísta en estos días no es fácil, por más que el militante esgrima que su partido consolidó las bases para un IMSS, para una SEP, un Infonavit, hasta dar espacio a la oposición con las “Pluris”… eso poco importa al militante de Morena que disfruta de las mieles del poder, con esa arrogancia que te da la Mayoría, la Aplanadora, el dedazo. Su respuesta la sustentan con la historia y las leyendas: presidentes corruptos y gobernadores corruptos.
Sí, se puede decir que no todos los priístas son corruptos o fueron transas, pero ninguno alzó la voz cuando la evidencia señalaba el mal comportamiento de un representante popular encumbrado bajo las siglas del PRI.
Muchos de estos priístas estaban condicionados a responder en cuanto el Tlatoani diera la orden de hacerlo… el ejemplo más reciente de ello fue Javier Duarte de Ochoa. La oposición señalaba y condenaba y el priísmo callaba… hasta que el Altiplano lo condenó y entonces se soltaron los perros, desconocieron al chico maravilla del priísmo, y aplicaron la Sana Distancia.
Hoy, el priísta, el militante que ama a su partido y cree en su partido, contra todo lo que se diga de él, está a una raya de un nuevo dilema … la contrarreforma en materia eléctrica.
Si bien son pocos los diputados con los que cuenta el PRI en San Lázaro son los suficientes para hacer una diferencia en éste y los temas venideros.
El día en que se lleve a cabo la votación de esta iniciativa así como las que vengan, el comportamiento del priísmo en las curules y escaños podrán darle al militante el ahínco para creer que puede haber un mejor partido con mejores priístas… o lo contrario, si ya de por sí en estos días para el priísta es complicado serlo, lo ha de ser más difícil si las acciones de sus líderes y representantes en las curules y escaños van en sentido contrario a lo que su ideología y estatutos dictan.