De Opinión
El pasado 22 de agosto, el secretario de Educación de Veracruz, Zenyazen Escobar García, fue anfitrión de la presentación del Codiseño de los planes y programas para la educación normal 2022. Frente a la secretaria entrante, Leticia Ramírez Amaya, y otras autoridades, el secretario Escobar habló maravillas del sistema educativo estatal y reconoció al personal docente como pilar de la transformación del país.
Un discurso del mismo talante se le escuchó el 29 de agosto en Xalapa, al inicio del ciclo escolar 2022-2023, donde aseguró que la entidad que gobierna cuenta con los mejores maestros de México que no se detuvieron a pesar de pandemia y apuntó lo indefendible “tenemos el mejor aliado de la educación, al gobernador Cuitláhuac García”.
Las falacias del señor Escobar García no conocen límites ni dignidad. La contingencia sanitaria puso al borde de una crisis al sector educativo en toda la República, pero algunos estados, gracias a los liderazgos locales, la sortearon mejor que otros. Estados como Nuevo León o Quintana Roo se ocuparon de la formación de sus maestras/os en materia socioemocional, así como en el uso de tecnologías de la información y en habilidades pedagógicas para la modalidad a distancia. Contrario a eso, en Veracruz, la mayoría de las y los docentes fueron abandonados. No se les ayudó ni con materiales ni con recursos.
Hace unos meses el secretario estatal presumía que, según la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación, Veracruz era de los estados mejor posicionados en aprendizajes. No obstante, esta Comisión, conocida como Mejoredu, ha dejado claro que sus evaluaciones no permiten comparaciones. Sin embargo, si hubiera que clasificar, Veracruz es de los que peores resultados ha obtenido históricamente en distintas evaluaciones, junto con Oaxaca, Chiapas y Guerrero, en los que las brechas de desigualdad son profundas; además, se suma la corrupción lacerante que impide el éxito de toda política pública que busque atender los problemas sociales.
Este lunes 5 comenzó la aplicación de evaluaciones diagnósticas de aprendizajes a alumnos de 2° de primaria a 3° de secundaria en lectura, matemáticas y formación cívica y ética; ejercicio conjunto de la Secretaría de Educación Pública y Mejoredu. Los resultados serán enviados casi en tiempo real a las y los docentes, pero a nivel estatal y nacional, Mejoredu -que estuvo a cargo del diseño y tendrá también la responsabilidad de procesar los datos- los tendrá listos meses después.
De cualquier forma, tendremos la oportunidad de acercarnos a información confiable (si es que no manipulan los hallazgos) que seguramente desmentirá lo que Zenyazen Escobar presumió frente a la ahora titular de la SEP, ¿realmente Veracruz tiene uno de los mejores sistemas educativos del país? ¿Qué tantos aprendizajes dominan los estudiantes después del revés de la pandemia? ¿Corresponden estos aprendizajes al nivel que están cursando? ¿Qué tanto daño le ha hecho el gobierno de Cuitláhuac que se ha empecinado en luchas egoístas que nada benefician a su estado?
Ciertamente, en algo tiene razón el secretario: a pesar de la pandemia, los docentes veracruzanos no se detuvieron.
Enfrentaron enormes desafíos y carencias, e hicieron lo que pudieron para seguir enseñando, pero no fue con la ayuda de la administración estatal. A más de dos años de aquel fatídico marzo de 2020, estas evaluaciones diagnósticas nos ayudarán a poner en blanco y negro el retroceso en materia educativa y, mucho me temo que, se demuestre lo atrasadas que están nuestras infancias.
Más vale tarde que nunca, dice el adagio. La disrupción escolar tendrá efectos para las nuevas generaciones que no hemos comenzado a desmenuzar ni a entender.
Requerimos datos duros para que se creen intervenciones certeras, que eviten una debacle en la calidad de vida que las y niños de ahora tendrán como adultos. Lamentablemente, con liderazgos como los de Escobar, vacíos y falaces, es casi imposible guardar esperanza.