Columna de Opinión
Zaira Rosas
Hay un mundo del que gran parte de la población es parte, pero poco se conoce en su totalidad. La presencia del internet es relativamente nueva en nuestras vidas. Conforme avanza el tiempo crece su uso y popularidad, sin embargo, el conocimiento de sus alcances, la profundidad del impacto y la reglamentación del mismo no necesariamente tiene el mismo crecimiento.
Internet, es algo novedoso en el sistema social y aún no podemos decir que todas las personas cuentan con conectividad. En México es más de un 70% de la población quien tiene acceso a este medio, es menor el porcentaje de quienes lo utilizan diariamente y aparte tienen acceso a redes sociales. Pero, sigue siendo uno de los canales de comunicación más frecuente y de manera inmediata.
La llegada de este medio ha hecho que nuestra vida e incluso la mente se vea modificada, pues hasta nuestras conexiones neuronales tienen un funcionamiento distinto desde que la prioridad de lectura es a través de formatos digitales, la retentiva de información es menor, pero con mayores volúmenes de información, ahora de manera constante nuestro cerebro requiere de datos innovadores que almacenamos durante menor tiempo, así lo explica el autor Nicolas Carr en su obra “Hiperconectados”.
Aunado a lo anterior no podemos negar que gran parte del ideario colectivo de la sociedad surge hoy en día desde el contenido que se maneja en plataformas digitales. Esta realidad es algo que tenemos que aceptar, pues mientras más pronto tengamos noción de su impacto y funcionamiento mejor podremos prepararnos ante los retos que esto conlleva, principalmente con las nuevas generaciones.
El desarrollo tecnológico y el desfase que se tiene entre las generaciones, hace que el contenido que llega a los más pequeños no siempre esté bajo la supervisión de un adulto, de igual manera a través de plataformas digitales se han gestado movimientos revolucionarios a nivel mundial, los cuales tienen un impacto positivo en la sociedad principalmente en materia de Derechos Humanos. Sin embargo, en este último rubro también se ha vulnerado mucho la individualidad, pues la reglamentación no ha avanzado a la par de la tecnología, el conocimiento e impacto de la misma no es igual, por lo que nuestra privacidad y la influencia que tienen los datos recibidos son aún tema de discordia.
El uso de plataformas virtuales de manera constante puede también ser una amenaza de seguridad, la necesidad de publicar todo de manera transparente siempre será un debate en el mundo de la tecnología, pues hay quienes consideran que la población debe evolucionar, madurar y saber discernir el uso que da a los datos constantes y otros tantos son partidarios de limitar, regular y controlar las nuevas plataformas.
En esa línea de debate podemos considerar que criminales han sido localizados gracias a sus dispositivos digitales, pero también movimientos que generan caos para la población o campañas de desinformación surgen a través de estos canales. Hechos como el vivido en días recientes con la detención de Ovidio Guzmán no tendrían tal alcance de no ser por la virtualidad.
También es cierto que a través de estos medios la información puede ser más objetiva por la falta de censura de estos espacios o lograr un sesgo mayor mediante quienes tienen audiencias consolidadas. Por lo que solo nos resta identificar de manera objetiva los datos que estamos consumiendo, no quedarnos con una sola versión y comprobar en todo momento la fuente. De igual forma seamos conscientes del contenido que compartimos, pues una vez que es público puede no tener el impacto que deseamos en nuestra vida.