Columna de Opinión
Zaira Rosas
El 1° de mayo una avioneta salió de Araracuara, Colombia, donde viajaban 3 adultos y 4 infantes. Una falla mecánica causó un accidente aéreo donde los adultos perdieron la vida casi al instante, sin embargo, los infantes sobrevivieron al impacto. Lesly de 13 años, Soleyni de 9, Tien de 4 y Cristin de 11 meses al momento del accidente, se vieron envueltos en una misión que se podría considerar casi imposible, después de sobrevivir al choque aéreo tenían que cuidarse en medio del corazón de la selva amazónica.
Cuando un grupo de militares supo que los menores seguían con vida, comenzó la “operación esperanza” que consistía en rastrear a los niños en medio de un ecosistema húmedo, donde no hay visibilidad a más de 20 metros por lo espeso del follaje, la fauna consiste en animales salvajes como jaguares y víboras venenosas, por lo que la operación requería de esfuerzos conjuntos entre los habitantes del lugar y los militares.
La historia de Lesly seguramente dará la vuelta al mundo, porque nos deja grandes lecciones de colaboración, solidaridad y nos obliga a ver la historia con mayor detenimiento para entender cómo circunstancias de seguridad pueden obligar a familias enteras a migrar, haciendo que dejen atrás a sus seres queridos, su espacio, con la intención de encontrar un punto mejor donde soñar con tener un futuro.
Colombia es uno de los países con mayor diversidad tanto biológica como social, tiene sitios como Araracuara donde el desarrollo ha sido posible gracias a estrategias de supervivencia en medio de la selva que se han transmitido gracias a la cosmovisión indígena. Este sitio surgió como un penal para los peores criminales, en 1939, pues para sobrevivir tendrían que aprender a entender su entorno geográfico, lo cual se fue transmitiendo en generaciones.
Manuel Ronoque, padre de los menores había huido de su comunidad por amenazas de las Fuerzas Armadas, su familia le encontraría después y por eso abordaron la avioneta, misma que ya había sufrido un accidente sin pérdidas humanas en 2021. La avioneta fue reparada de manera local, lo que seguramente fue causa de esta segunda catástrofe donde la madre de los infantes y otras dos personas, perdieron la vida.
La sobrevivencia de Lesly y sus hermanos, es una historia de reflexión profunda, por un lado, nos obliga a seguir buscando espacios para la paz y el diálogo, pues los conflictos armados de la región destruyen a comunidades y familias enteras. Por otra parte, es una invitación a un análisis constante de la colaboración que se suscitó gracias a este evento, donde la cosmovisión de las comunidades indígenas fue clave para lograr el rescate. Gracias a lo aprendido desde su cultura Lesly pudo guiar a sus hermanas y hermanito, enseñarles a cuidarse mutuamente y sobrevivir en medio de un panorama desolador para cualquier otra persona.
Esta historia es también una invitación a mantener un equilibrio con el ecosistema, entenderle sin generar mayores estragos, ni transformaciones drásticas que la naturaleza revierte y sobre todo valorar todo lo que la naturaleza nos provee abundantemente. Esto es parte de la cosmovisión indígena, donde nativos de la selva rezan antes de adentrarse en ella pues la conciben como un ente con racionalidad y voluntad, bajo estas mismas creencias los niños se sabían acompañados en todo momento mientras transitaban en el espeso follaje y la fauna salvaje del lugar.
Ahora sólo queda rescatar a otro héroe, Wilson, el perro rescatista que se sumó a la misión en la búsqueda de los niños, su participación también fue clave para lograr la localización de los menores y como bien lo dijo el general Pedro Sánchez, encargado de liderar la operación, esta búsqueda no termina hasta localizar al canino. Y bajo la cosmovisión de los lugareños nadie se pierde, se mimetiza con el espacio.