Los Políticos
Salvador Muñoz
Porque una mujer con chichis es una mujer empoderada. Así reza el eslogan de campaña de Rocío Pino, La Grosera, candidata de Redes Sociales Progresistas a diputada federal en Hermosillo, Sonora.
Cuando escuché la propuesta, creí que se trataba de una banalidad propia de estos tiempos electoreros donde se hace cualquier cosa por llamar la atención del ciudadano y buscar simpatizantes.
Hace tiempo, en la casa, habíamos hablado precisamente de eso, del empoderamiento de algunas mujeres a través de su cuerpo. Lo vemos en las redes, en las Apps de moda. Hemos traído al tema a la esposa de Samuel García, candidato a Gobernador de Nuevo León, Mariana Rodríguez Cantú, el otro lado de la moneda. Concluimos que cada persona está en la libertad de expresarse como mejor se le plazca… mostrando cadera, busto, cuerpo, o un mucho de la gracia de Mariana, al grado de que muchos la consideren mejor candidata que su marido.
Pensé darle la vuelta al asunto de Rocío Pino pero me ganó la tentación… y busqué en qué consistía el lema de campaña de La Grosera.
De acuerdo a lo que he leído, la propuesta de quien también tiene cuenta en la página OnlyFans, página con especial énfasis para adultos sin censura, va dirigida a las mujeres que por causa del cáncer de mama, han perdido uno o dos senos.
También, en un ámbito de inclusión, su pretensión es que igual se incluya a miembros de la comunidad gay.
Las cirugías reconstructivas, propone, deben estar dentro de los cuadros del sector Salud.
Con este contexto, se entiende un poco más ese eslogan del inicio de este comentario: Porque una mujer con chichis es una mujer empoderada.
Dije “Se entiende un poco”. De este lado, de mi lado, lo acepto, me cuesta mucho trabajo entender qué pasa en la cabeza de una mujer cuando se entera que ha sido diagnosticada con cáncer de mama o que se le notifica que se le tendrá que aplicar una mastectomía.
He oído sus historias, en especial desde Juntas Venciendo el Cáncer (Juvecan Coatepec)… sé que es un fuerte golpe tan solo recibir la noticia al grado de que se ha hablado incluso, de esa sensibilización que debe tener el médico para con la paciente al momento de dar la noticia.
He oído las historias de mujeres que tras el diagnóstico, han sido abandonadas, sí, abandonadas por sus maridos o incluso, hasta por sus hijos, porque no entienden el mal que aqueja a la mujer… lo consideran peligroso, ¡o hasta contagioso!
He oído el rechazo que la mujer recibe por parte de su esposo en el lecho conyugal… al no tener el tacto o la delicadeza para quizás, primero, dialogar, entender, comprender, abrazar…
He oído a mujeres que se dicen “incompletas” por haber perdido un seno…
He oído a mujeres que tienen que trasladarse a Veracruz pero la soledad ya se hizo su compañera que tienen que buscar el apoyo de otras personas, ajenas a su familia, para que estén a su lado ya sea para tratamiento o consulta…
Todas estas historias, escuchadas en boca de ellas, pegan muy adentro, y cada semana que de un modo u otro, tengo contacto con estas guerreras, crece mi admiración por ellas… y sin embargo, me siento incapaz de acercarme un poco, un poquito, a su sentir a pesar de que cuando las oigo, crea sentir mucho.
Por supuesto, el eslogan de Rocío Pino, La Grosera, quizás genere lo que en un principio buscó: polémica, llamar la atención, estar en el tema… creo que lo logró.
Ahora, en su campaña, en su encuentro con mujeres y hombres, quizás deba tener más tacto, más sensibilidad… el tema así lo requiere, no es fácil aunque tenga muy buenas intenciones.