Los Políticos
Salvador Muñoz
El episodio de Hugo López Gatell declamando un poema en medio de la gran pandemia de este siglo, me hizo evocar la escena (inventada o no) de Nerón y su lira, cantando mientras ardían varios puntos de Roma.
(¿Si declama poemas en medio de la Pandemia, entonces serían “Epoemias”?)
Hay quienes consideran fuera de lugar la exposición declamatoria del subsecretario de Salud cuando hay en diversos puntos del país la exposición reclamatoria de involucrados en el Sector Salud pidiendo insumos básicos para la debida atención de la pandemia y sus contagiados… es cuestión de enfoques…
¡Vamos! No podemos quejarnos de tener un Subsecretario de Salud poeta, declamador, émulo de Paco Stanley cuando al menos en la aldea, acá en Veracruz, tenemos un literato, escritor rayando en juglar, como secretario de Gobierno… la elocuencia con la que se expresa con perlas como “la mejor forma de mantenerse sano es no contagiarse” es digna de enmarcarse… ¡Híjole! ¡Ya esperamos con ansia su segunda obra!
Claro que si les parece poco tener un poeta y un escritor, ¿qué me dicen si incluimos a un “Streapper”? ¡Qué! ¡Igual es un mérito! Porque no es cosa sencilla el bailar y mover la cadera… díganmelo a mí que tengo dos rodillas izquierdas aunque no al revés como muchos suponen… entonces, además de subsecretario de Salud y secretario de Gobierno, tenemos a un titular de Educación que sabe hacerle honor a su grito de batalla: ¡Tanga Boy! ¡Perdón! Quise decir “Tarzan Boy”…
Por supuesto, los dones de estos funcionarios de ninguna manera deben ser vistos de manera despectiva porque, dijera Anthony Quinn, sí las cosas que valen la pena se hicieran fácilmente, cualquiera las haría y al menos, ninguna de las citadas líneas arriba, las sé hacer… ¡mucho menos ser payaso! Igual, aunque muchos digan lo contrario… porque ya lo dice la Santa Bamba: “Para ser Payaso se necesita / un poquito de gracia y otra cosita…”, y uno, ni gracia ni cosita.
Es por eso que no podíamos pasar por alto que nuestro gobernador, en sus tiempos mozos, para amenizar la campaña de su padre, Tata Nacho, cuando compitió para algún cargo de representación popular bajo las siglas del PRD, se caracterizaba como el payaso Cuícaras… en serio, no es joda ni tampoco coba, pero no cualquiera puede enfundarse atrás de un maquillaje… ser payaso es ser actor y bien pudiéramos decir que tenemos un Gobernador Actor… aunque lejos de ser Actor y Factor Político.
Así, ¡ya tenemos todo un elenco! Poeta, escritor, bailarín y payaso-actor! ¿Qué más puede faltar?
Yo pudiera incluir al Merolico, el personaje ese que es capaz de vender todas las curas, vencer todos los males, sanar las heridas del cuerpo y también las del alma, fortalecer el hígado, el riñón y el corazón, así como las vías urinarias ¿y por qué no? ¡Hasta salvar a México de los corruptos y a la vez, perdonando al criminal!
¡Ah! y al igual que los anteriores oficios, el arte que rodea a este mexicanismo con que se identifica al charlatán, al vendedor o un curandero callejero, ¡no cualquiera! ¡Embaucar a la gente no es fácil! ¡Menos a 30 millones!
Ya con algunos elementos como los acá contados, quizás pueda entender el lector el porqué cuando veo al doctor Hugo López Gatell declamar un poema en el punto más crítico de la pandemia en México, la primera imagen que evoco es la de Nerón con lira, cantando, mientras Roma ardía.