Columna de Opinión
MAP. Ricardo Meza Domínguez
México.- Algunos partidarios de las armas autónomas han argumentado que serán más precisas que los humanos y, por lo tanto, provocarán menos daños colaterales. Por ejemplo, Ron Arkin ha escrito: “Los robots probablemente poseerán una gama de sensores mejor equipados para las observaciones en el campo de batalla que los humanos, cortando la niebla de la guerra”. Los partidarios argumentan que aportarán mayor velocidad y eficiencia al campo de batalla, que podrían operar en entornos con comunicaciones inseguras y que podrían salvar vidas al disminuir la necesidad de soldados humanos y actuar como disuasivo.
Pero existen algunos tipos de armas autónomas que procesarán datos y operarán a velocidades tremendas. Estos sistemas, complejos, impredecibles e increíblemente rápidos en su funcionamiento, tendrían el potencial de hacer que los conflictos armados se salgan rápidamente de control y provoquen inestabilidad regional y mundial. Los robots asesinos carecen intrínsecamente de la capacidad de empatizar o comprender los matices o el contexto.
Pero veamos lo que dice la historia y nos muestra que su uso no se limitaría a determinadas circunstancias. No está claro quién, si es que hay alguien, podría ser considerado responsable de los actos ilegales causados por un arma autónoma, el programador, el fabricante, el comandante o la propia máquina, creando una brecha de responsabilidad peligrosa y una forma de deslindarse de responsabilidades.
Es por eso que Stop Killer Robots está trabajando con veteranos militares, expertos en tecnología, científicos, especialistas en robótica y organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo para garantizar un control humano significativo sobre el uso de la fuerza. Hacemos un llamado por una nueva ley internacional porque las leyes que prohíben y regulan las armas crean límites para los gobiernos, los ejércitos y las empresas entre lo que es aceptable y lo que es inaceptable.
Otro peligro que emana del despliegue de armas autónomas es la dependencia de las comunicaciones inalámbricas. Las comunicaciones inalámbricas son susceptibles a interrupciones intencionales, como piratería, “interferencias” y “falsificaciones”, que podrían hacer que los sistemas no funcionen o corromper su programación. En un experimento durante el año 2012 unos investigadores utilizaron una señal de comunicaciones de GPS falsa para redirigir el camino de un sistema aéreo no tripulado, falsificando con éxito el sistema y demostrando preocupación por la seguridad de las armas autónomas y no tripuladas. En un mundo donde la seguridad cibernética y la guerra cibernética plantean preocupaciones crecientes, la piratería más sofisticada podría permitir la toma de control total del funcionamiento de los sistemas autónomos, incluida la posible liberación de armas. Y esto actualmente serviría a la ciberdelincuencia para generar un caos mundial.
Las armas autónomas, que seleccionarían y atacarían objetivos sobre la base de los datos de los sensores, darían a los militares la capacidad de apuntar a las personas en función de su raza, etnia, género, estilo de vestimenta, altura, edad, patrón de comportamiento o cualquier otro dato disponible que podría constituir un grupo objetivo. La tecnología no es perfecta, no es neutral y los robots asesinos serían vulnerables a fallas técnicas. También existe la preocupación de que los robots asesinos sean mucho más baratos y fáciles de producir que otras armas de destrucción masiva. Miles de científicos han advertido que sin materias primas costosas o difíciles de obtener es posible que se produzcan armas autónomas en masa. Si el desarrollo no se regula, existe el riesgo de que estos sistemas sean adquiridos y desplegados por actores no estatales o individuos junto con los estados.
Pero se presentaron argumentos similares para otras armas indiscriminadas en el pasado, como las minas terrestres, las municiones en racimo y las armas nucleares. Esas armas cobraron cientos de miles de víctimas antes de ser prohibidas por tratados internacionales. Al reaccionar con su entorno de formas inesperadas, las armas autónomas aumentarían los riesgos tanto para los soldados como para los civiles. Se puede lograr una precisión mejorada sin quitar el control humano significativo del uso de la fuerza. Las ventajas potenciales de las armas autónomas se ven superadas con creces por los graves desafíos que plantean para el derecho y la seguridad internacionales.