Revelaciones
Margarito Escudero Luis
Cuando la Revolución se bajó del caballo y “degeneró en gobierno”, una élite poderosa, compuesta por antiguos integrantes del régimen que (teóricamente) fue derrotado y expulsado del poder, fue la nueva clase política que dictaría el destino de México durante los siguientes 80 años.
El pueblo ya sobraba y en muchos casos les estorbaba para sus aviesos planes.
Entonces decidieron que el pueblo estaría ahí, viendo pasar la Historia, viendo cómo se enriquecían los nuevos políticos y el único papel que jugarían en esa nueva etapa, sería la de participar en una puesta en escena llamada elección.
Nunca se les ocurrió preguntar a la gente que gobernaban ninguna opinión, nunca les preguntaron cómo se sentía el pueblo, nunca les preguntaron qué necesitaban para vivir dignamente.
Simplemente decidieron por todos y así fueron llevando al país a lo que Mario Vargas Llosa llamó “La dictadura perfecta”.
Entonces la Revolución se convirtió en otra cosa, el clasismo siguió imperando con la consecuente discriminación hacia los pobres, los indígenas, los discapacitados, las mujeres y la represión fue para aquellos que mostraran su desacuerdo con el régimen.
Luego del 2 de octubre de 1968 las cosas comenzaron a cambiar. Es lamentable que la Historia camine con pasos lentos y tuvieran que pasar más de cinco décadas para que la sociedad, el pueblo, decidiera cambiar su forma de gobierno.
Gracias a esa participación ciudadana, tan contundente que no pudieron manipularla, ni ocultarla, ni eliminarla, se destapó una gigantesca cloaca que exhibe al régimen completo como corrupto, en el que se hizo normal el latrocinio, el saqueo, el asesinato, la desaparición de personas, las matanzas impunes y el cinismo.
Los últimos cinco sexenios fueron el pico más alto de la corrupción y el desplome del régimen.
Hoy que el nuevo gobierno le pregunta al pueblo qué quiere, en un ejercicio democrático contemplado en la Constitución, brota el clasismo y el desprecio por el pueblo en aquellos que se acostumbraron a la imposición y a la obediencia dócil de la mayoría.
Por eso, el pueblo de México tiene el derecho y el deber de responder a las preguntas que les hace el nuevo gobierno y acudir este 1 de agosto a las urnas y así lograr que el brazo de la Ley alcance a quienes ofrecieron defender a la Patria y no lo cumplieron, sino que se sirvieron de ella, desmantelando las empresas que daban certeza económica a nuestro país.
La Nación demanda a los últimos cinco presidentes de Mexico a que comparezcan ante la Ley como cualquier ciudadano que la infringe.