Columna de Opinión
Zaira Rosas
México es un país que se distingue por su cultura e ideología, misma que de manera exagerada se ha retratado en películas y novelas como si nuestro país siguiera en tiempos de la Revolución y si bien nuestro desarrollo ha modificado inmensamente el entorno, lo cierto es que el machismo sigue siendo una latente en la ideología de gran parte de la población, sin embargo, algunos de los perfiles más fuertes para próximas elecciones son de mujeres.
Claudia Sheinbaum, quien se perfila como una de las corcholatas favoritas para representar a Morena en el 2024 y la sorpresiva popularidad de Xóchilt Gálvez, quien ha dado visibilidad e incluso posicionamiento a la oposición. Ambas mujeres tienen un gran número de seguidores, pese a que una podría representar a partidos ligados a políticas de derecha, es justo ella quien tiene en su historial un vínculo más cercano con la población indígena.
La pregunta de cara al 2024 sin considerar si ambas mujeres llegan a la contienda final, sería la siguiente: ¿está México listo para ser gobernado por una mujer?, el cuestionamiento surge en un entorno donde aún se lucha por alcanzar la paridad de género, donde las mujeres llegan al poder por cubrir ciertas cuotas que estipula la ley, pero es menor por verdadera elección popular. Esta pregunta surge en medio de 11 feminicidios al día, en hogares donde reina la violencia doméstica y pensando en publicitar a candidatas en medios de comunicación donde la mujer se sigue visualizando bajo estereotipos misóginos o donde los paneles para abordar el feminismo siguen siendo dirigidos por hombres.
En medio de un escenario que intento describir de manera realista mas no catastrófica, que dos mujeres sean las que lideran las apuestas de los partidos políticos es un gran avance, pero también uno de los mayores retos, pues ambas representarían a un país que lleva décadas implorando una mirada real a los grupos vulnerados, donde las reformas han representado oportunidades pero la tarea dista mucho de estar cumplida, y principalmente el mayor reto sería contender por la atención de la ciudadanía y no entre ellas mismas.
No se trata de hacer declaraciones que descalifiquen a la otra pues de hacerlo ambas estarían en contra de los principales principios feministas: la sororidad. Se trata de convencer desde un liderazgo real donde demuestren que verdaderamente la política en el país puede ser diferente. Ambas tienen en su historial episodios oscuros que de profundizarse podrían desencantar a más de uno, Xóchitl tiene detrás una hermana que está en prisión acusada por secuestro, Claudia tiene en su gestión el incidente de la Línea 12 del metro.
Detrás de ambas están grandes figuras de poder, es evidente que Sheinbaum es una de las consentidas de Andrés Manuel López Obrador, de igual forma lo fue en su momento Gálvez con Vicente Fox, ambas preocupadas por el medio ambiente bajo sus distintas propuestas representan un atisbo de esperanza para diversos públicos en la nación.
¿Quién es realmente de izquierda? ¿quién se preocupa más por el entorno? Es difícil responder si nos centramos únicamente en los recorridos actuales de promoción. Habría que analizar la trayectoria y propuestas de ambas, donde la de Xóchilt Gálvez lleva mayor antigüedad en el ámbito político. En cambio, si les desvinculamos de estos espacios a Claudia la definiría como una investigadora y a Xóchilt como empresaria.
El futuro para ambas es incierto, quizás Xóchilt tiene mayor posibilidad de elección por tratarse de la única figura que despunta de la oposición, sin embargo, los acuerdos y diferencias constantes en la coalición pueden ser su mayor desafío, mientras que Claudia se enfrenta múltiples corcholatas con el mismo ahínco que tiene ella por contender para la presidencia de la república. Mientras la representación de cada partido se define ellas ya nos están dejando mucho material y diversos ejercicios de análisis que nos invitan a considerar cuál es la verdadera propuesta de cara al 2024.