Columna de Opinión
Zaira Rosas
Este fin de semana México y el mundo se han llenado de colores, principalmente el viernes 28 de junio, se conmemoró el día Internacional del orgullo, fecha que busca celebrar la diversidad y también reconocer la lucha que han librado las personas LGBTTTIQA+. ¿Por qué es necesario hablar de la diversidad? Para romper con todo tipo de mitos, dejar de lado los prejuicios, ofrecer igualdad de oportunidades para todas las personas sin importar su género o identidad y sobre todo para erradicar los crímenes de odio y las múltiples prácticas que terminan dañando a las personas y sus derechos humanos.
En medio de toda la lucha que se ha librado durante años por un mundo más inclusivo para todas las personas hay un debate interminable donde se presenta una lucha entre feministas radicales y algunxs integrantes de la comunidad LGBTTTIQA+, pues hay quienes afirman que bajo el concepto de inclusión se ha dado continuidad a un patriarcado donde los hombres de alguna manera terminan borrando a las mujeres. Una de las grandes investigadoras que ha hablado al respecto es la antropóloga mexicana Marcela Lagarde.
Un caso digno de mención en estos tiempos es el proceso electoral que acabamos de pasar, pues 8 hombres usurparon espacios electorales que correspondían a mujeres bajo una simulación de ser mujeres transgénero y ganaron las candidaturas por las que contendían en Michoacán. El caso abre puntos de discusión que van desde la simulación con tal de ocupar un puesto de poder, la falta de seguimiento y denuncia por parte de los partidos de oposición y la incongruencia en la que terminan desvirtuando movimientos genuinos que buscan una mayor participación de las personas de cualquier identidad sexual.
Si bien hay personas como Daniel Herrera, quien resultó ganador en Tanhuato Michoacán, que pueden pertenecer a la comunidad LGBTTTIQA+, ello no significa que deba ocupar el puesto, pues se registró como mujer transgénero para poder ocupar el lugar que por ley de paridad correspondía a una mujer, por lo que el que sea gay no invalida su género. Este es un ejemplo de fallas generales en el sistema que lejos de sumar a una participación equitativa hacen que sean necesarias legislaciones que a la larga vuelven los procesos más burocráticos.
Casos de fraude donde los partidos políticos se aprovechan de la búsqueda de paridad y la necesidad de inclusión se han presentado ya en otras ocasiones, en 2008 y en 2018. Donde mujeres dejaron sus lugares para que sus suplentes hombres tomaran los cargos que habían adquirido. Lo anterior es solo un ejemplo de la falta de equidad y un patriarcado aún presente que daña también a los hombres y las personas en general.
Si bien es necesaria la inclusión, la equidad y la representación de todas las personas, es indispensable que cada caso se analice bajo múltiples perspectivas pues tampoco es válido invalidar a otras personas para visibilizar las necesidades de otros grupos. En medio de una constante ovación a la diversidad vienen a entorpecer movimientos y la lucha por la igualdad los intereses personales, políticos e incluso corporativos.
Aceptar a cada persona sin distinción no tiene que ver con el uso de colores, no se trata de llenar los escaparates como en marzo hacen con el morado y el naranja, se trata de verdaderamente regular nuestras acciones cotidianas, no habría necesidad de felicitar a alguien por ser quien es, pero en medio de un mundo cambiante donde aún existen constantes crímenes de odio y recién hemos avanzado en reconocer los atentados a las mujeres trans como transfeminicidios. Claro que viene bien reconocer la valentía de quienes día con día se atreven a ser auténticxs y no dejan de alzar la voz ante las injusticias humanas.