Columna de Opinión
Juan Manuel Sánchez Macías
Una de la luchas constantes de toda sociedad es, sin lugar a dudas, el tema de Salud Pública, en materia de adicciones. México no es la excepción, por el contrario, dada su situación geográfica (la vecindad con los Estados Unidos de Norteamérica) nuestro país se ha convertido en “trampolín”, proveedor y consumista de todo tipo de sustancias que afectan el comportamiento humano.
En efecto, la definición de droga propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se refiere a todas las sustancias psicoactivas como: “…cualquier sustancia que, al interior de un organismo viviente, puede modificar su percepción, estado de ánimo, cognición, conducta o funciones motoras”. Esto incluye el alcohol, el tabaco y los solventes y excluye las sustancias medicinales sin efectos psicoactivos.
Sin pretender abordar en este espacio el tema de las adicciones, considero que sí es de la mayor trascendencia encender los focos rojos en cuanto al consumo desmedido o abusivo de todo tipo de sustancias, que afectan la salud y el comportamiento del ser humano, sobre todo, en la actualidad, por múltiples factores socio-económicos, psicológicos, culturales, etcétera, a los que se les viene a sumar la cuarentena que vive nuestro país, como la mayoría de los países del mundo, por la aparición del virus covid19.
En mi calidad de profesor universitario, desde hace treinta y cinco años, veo con tristeza que, cada vez es mayor el uso de bebidas alcohólicas o de cigarrillo, por no hablar de otras sustancias, en la vida diaria de los jóvenes, sin que esto quiera decir que el consumo de estas sustancias, sea exclusivo de la juventud, pero, sí el mayor porcentaje de consumo pertenece a este sector, según las estadísticas del Sector Salud y de la OMS.
Es por todos sabido que, antes del covid 19, México ya vivía una crisis económica lacerante, una pérdida de valores desgarradora, como consecuencia de una mayor problemática socio-cultural, que nuestro país viene arrastrando por décadas. Si a eso aunamos cuestiones como el analfabetismo y la alta tasa de desempleo, es evidente que el alcoholismo y la drogadicción se convierten en una falsa válvula de escape, para quien se encuentra en alguno de esos sectores vulnerables.
Esta crisis sanitaria, trajo como principal medida preventiva, el aislamiento o cuarentena, que vivimos, sin que se tenga precedente alguno de tal magnitud, pues la cuarentena que vivimos en 2009, con el surgimiento de la influenza H1N1, se ha visto más que minimizada ante la presente situación dramática que vivimos.
Ello ha provocado que mucha gente pierda sus empleos o que se vengan abajo miles de pequeños negocios. Ello repercutirá también en la salud mental de esas personas; por otra parte, el propio aislamiento genera estrés y ansiedad, lo que también desestabiliza la salud del ser humano.
Todas estas situaciones desestabilizarán emocional y psicológicamente, y ya está sucediendo, a la mayoría de los seres humanos, lo que traerá consigo, insisto, que se busque “el remedio” para tranquilizar los nervios o ansiedad que se empiezan a sentir.
Urge que las autoridades correspondientes y la sociedad en general pongamos atención en tan lacerante situación. Ojalá, lo digo a manera de imploración, salgamos lo mejor librados de esta pandemia y sus consecuencias…