OPINIÓN

La Inteligencia Artificial y los robots los amos del mundo

Columna de Opinión

MAP. Ricardo Meza Domínguez

México.- Durante muchas décadas se han tenido numerosos tipos de robots y otros como ayudantes basados en computadoras, pero adolecían de unas capacidades limitadas. Por ejemplo, si valoramos los trabajos en función de lo que pagamos por hacerlo, debemos deducir que los humanos siguen siendo mucho más valiosos que los robots, puesto que se les remunera más.

Existen tres grandes disrupciones en la historia las cuales han sido la llegada de los humanos, la agricultura y la industria, el mismo camino llevan los robots en este planeta pues en algún momento del próximo siglo, de la inteligencia artificial podría surgir una disrupción similar en forma de emulaciones de cerebros o ems. A partir del consenso académico en muchas disciplinas, perfilo un escenario básico de un mundo inmediatamente posterior a un periodo de transición dominado por ems.

Y cuando los robots gobiernen la Tierra y el legado humano solo quedara en la historia, se habla de arquitectura, energía, enfriamiento, velocidad mental, tamaño corporal, estrategias de seguridad, realidad virtual, mercados de mano de obra, gestión, formación profesional, salarios, identidad, jubilación, ciclos vitales, reproducción, apareamiento, conversación, desigualdad, ciudades, tasa de crecimiento, políticas de coalición, gobernanza, derecho y guerra en un mundo automatizado, ese es el siguiente paso que ocuparanlos robots.

Vivimos en una era digital, y como sociedad vamos viviendo cosas bastante fuertes como la pandemia, todo esto nos ha llevado a conectar al mundo por medio de redes sociales, existen sitios de citas de todo tipo, conectando desde tu localidad, mundialmente, encuentros casuales, noviazgos, matrimonio, etc. Y ese fue el primer paso ahora los robots tomaran el mundo en sus circuitos para que su legado controle este mundo.

Cuando la gente habla de un futuro lejano, también habla de la dificultad de dejar una herencia para las generaciones venideras, suele incidir en lo que le gustaría que ocurriera. Entre los muchos escenarios futuros imaginables, ¿cuál prefiere? Se habla mucho de sus valores básicos, poco de las limitaciones prácticas que restringirían los escenarios factibles y menos aún de cómo podemos influir hoy en los resultados del mañana. Sin embargo, esta última cuestión, que a menudo se omite, parece clave: ¿cómo influir en el futuro? ¿Para qué pensar en qué queremos si no podemos cambiarlo?

Imagina que estás en la orilla de un río que desemboca en el mar, a muchos kilómetros de su origen. Desde el río, ves a una persona a quien aprecias que está en ese mismo río, pero cerca de la desembocadura en el mar, y quieres hacer algo en tu trecho de río para influir, de un modo u otro, en la persona que está corriente abajo. Aunque lo ideal sería conseguir un efecto benigno, para empezar te conformas con tener una influencia significativa.

Pero resulta bastante difícil. Puedes salpicar con el agua de alrededor, calentarla con una antorcha o tirar piedras al río. Pero los ríos tienden a ser sistemas estables que absorben estas distorsiones y enseguida recuperan su forma anterior. Incluso la construcción de una presa podría suponer solo un cambio temporal, revertido una vez que la presa se llenara y desbordara. Quién sabe si se podría lanzar río abajo una botella lo suficientemente resistente como para que no se rompiera en los rápidos del río. También podrías intentar desviar el río por un nuevo curso que no desemboque en el mismo punto del mar. Pero ninguna de estas soluciones es sencilla.

Entendamos entonces que tratar de influir en el futuro lejano se parece mucho a influir en un río corriente abajo, cuando está lejos de su fuente. Muchos aspectos de nuestro mundo constituyen sistemas estables a escala local que absorben las pequeñas distorsiones.

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